Entre frases escritas de autoras encantadoras, Jane Austen no se queda atrás. Con su libro Orgullo y Prejuicio hizo las más dignas de admirar, con críticas susceptibles a ser debatidas.
Entre muchos de sus pensamientos no me quiero imaginar que tan persuasiva era respecto a su entorno, que tantos cuestionamientos se llevó acabo, y con qué profundidad logró expresar ideas tan sutiles a través de sus palabras.
Es difícil elegir entre todas ellas, la verdad. Pero aún me intriga una frase en particular que me llevó a pensar, con una incomodidad enmascarada, de manera fortuita, casi por accidente, durante días y -algunos años después- lo siguiente...
Que hipócritas somos.
Fin.
Mentira, aún no termino. Pero si, en resumen es eso.
Mi amigo Darcy uno de los protagonistas del libro (alguien que por muy orgulloso que sea, su sinceridad brusca desvela muchas verdades del interior). Puso en duda, algo que nunca había tenido en mente y es el hecho de aparentar nuestra humildad. Me refiero principalmente a lo que decimos, según nuestras capacidades.
¿Qué tan a menudo oímos comentarios que parecen modestos pero que en realidad contienen una forma encubierta de superioridad?
Imaginémonos que cierto día entregan la nota de los exámenes. Un chico dice, bastante indiferente:
-Que bueno que gané el examen... y eso que ni siquiera estudié.
Darcy, sin dudarlo, le habría dicho:
"Es una forma indirecta de vanagloriarse; porque tú, en realidad, estas orgulloso de tus defectos, puesto que los atribuyes a tu rapidez de pensamiento y a un descuido en la ejecución, cosa que consideras, si no muy estimable, al menos muy interesante"
¿Acaso no causa un poco de incomodidad pensar en que esto podría ser cierto? y mas aún si esa persona, la mayoría del tiempo lanza comentarios de ese mismo estilo.
Es algo debatible, si. Pero desde lo personal, no cabe duda que muchas veces hemos adoptado, con o sin intención, una humildad complaciente. Una forma de humildad que nos hace resaltar, y que busca indirectamente -reflejar que a pesar de todo, lo logramos. Que incluso, sin esfuerzo, alcanzamos a brillar.
Se ven reflejados nuestros sentimientos en las palabras, y como una forma de evadir elogios o de buscar atención se nos atribuye a algo tan descaradamente como lo es la modestia, que no es mas qué una manera de orgullo, y de querer sobresalir sobre el resto; restando características que quizás serían pertinentes, pero que a pesar de no tenerlas, estamos creando una imagen que nos resulta socialmente aceptable.
Son las ansias de vanidad y aceptación a las que estamos expuestos a caer en dichas circunstancias; ya está en nuestras manos aceptar nuestras virtudes y defectos sin máscaras, sin restarles importancia y sin apagar, de algún modo u otro, nuestras capacidades.